Nuestro
invierno terminó en marzo
como
la lluvia que salpica sobre el pelo
pidiéndole
prestada la suerte a los cuarzos
ya
parte nuestra y aun no te vemos
esperando
el minuto en que dios
diga
que te conoceremos mejor
mejor
de los que conoce el árbol a su rama.
De
alfa a omega nuestras manos anudadas
protegida
por el fruto de esa niña
sonriente
de los ojos verdes
cuidada
por la cáscara temerosa
pero
celosa de verte
colgando
del árbol terrenal
y
durmiendo por el canto
de
las aves que te adoran
y
desde el suelo te saluda
la
fruta germinada, Isidora.
No
te sueltes del árbol
te
queremos, te amamos
ojos
melancólicos párpados cerrados
de
ver caer la fruta a la propiedad de la vida
con
tu piel abrigada de vida
junto
las manos para pedirle
que
dios te ampare y te bendiga.
Ya
se escucha el sonido del tambor
cuero
y masa del madero
la
música de la vida
suena
aquel ritmo
el
que anuncia la semilla
estamos
más cerca de ti
aquel
percutir que palpita tun tun
el
mismo que los abuelos de la tierra
bautizaron
cultrún.
Oídos
ciegos, con el corazón siento
cada
vez más fuerte y próximo
ya
se acerca tu nacimiento.
Camilo
Abraham Martínez I.
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