Categoría:
Cuento
Aquí
me encuentro, mirando el resplandor de luces brillantes, que
aparecen de fondo de aquellos amigos gigantes, queriendo traspasar a
nuestro lugar, donde aun nos visitan las luciérnagas.
Tiene
dos décadas sobre si, una espalda aun derecha, pero observa con un
velo centenario. El lunes a las 6 am entre cansancios, fríos que
llegan más rápido a los huesos que un sentimiento sin razonar, se
levanta a sus estudios, caminando sobre escarchas que llegan a los
huesos de los pies, rocíos que bañan sus pestañas y ella
caminando en un bosquejo perfecto, va chuteando piedras, saltando
barriales, perfumándose de arboles aun sin nombrar, para llegar a
un bosquejo imperfecto. Entro a clases, escucho, debatió, disfruto
y se termino, regresando de su presente de clases a su pasado de las
6 am. Ahí iban las dos- oye una marcha, ¿ y si nos quedamos?-yapo
vamos-eso fue lo que se escucho, esa invitación le duro una
improvisación, pero lo que vivió dentro de sí misma fue una
improvisación eterna. Llegando a su lugar de comienzo de día
hablando con su sombra decía- ¿con que motivo estudio? ¿Con que
motivo estudian? ¿Cuál es el fin? ¿que medio es el que hay?- miro
a su alrededor, detuvo su paso , cerro sus ojos, los abrió, seguía
caminando,-la historia da vueltas, es una circunferencia, es la
tierra, llegamos al mismo punto la historia se repite una y otra
vez, los “marcheros” eran Coroneles Aurelianos , todos somos el
origen para un cuadrado plano-la fuerza de la voz de su última
frase, se elevo tanto que el oxigeno que saco de sus pulmones boto
todo a su alrededor, los arboles cayeron como torres, las hojas y
las flores hacían remolinos que se llevaban todo a su paso, ni las
alas de un colibrí son lo suficientemente rápidas como todo
desapareció, sus lagrimas llegaron a la tierra, crearon un camino a
un nuevo comienzo-estamos en el cuento de nuestra soledad…- su
pecho se abrió, su corazón se asomaba y decía el amor va a llegar
no le tengas miedo.
La
abeja.
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