jueves, 9 de octubre de 2014

ENSAMBLANDO LEYENDAS DE NUESTRA PROVINCIA CORDILLERA

Jota Jota Conus

 Categoría: Ensayo

Durante  largo tiempo algunos estudiosos  se han  dedicado a transcribir y recopilar leyendas de  nuestra Provincia Cordillera, entre ellos destacan las grandes  labores desarrolladas por  Johana Cavada, María Teresa Quezada y Julio Arancibia. Sin embargo, pienso que este trabajo está estancado y debe dar otro paso hacia adelante. Es por esto que me he visto en la grata obligación de   crear el presente ensayo con el  fin de dar una idea de lo que pretendo. La forma más fácil será  planteando en forma inmediata la aseveración con la cual trabajaré, y que surge del ensamblaje de dos leyendas locales. Y esta es la siguiente: Cuando Ramón Subercaseaux Mercado iba al Cajón del Maipo, La Llorona huía espantada. Pero antes de concentrarme en ella, considero necesario  diferenciar el mito  y la leyenda debido a que es muy frecuente  que estos términos se utilicen como sinónimos. De hecho, solo basta echar un somero vistazo en internet para encontrarnos con el mito de La Llorona y la leyenda de la Llorona para referirse a una misma versión de la historia cuando lo correcto es la última denominación y esto ocurre por las razones que verá a continuación:
           
En Los mitos. Consensos, aproximaciones y distanciamientos teóricos, el profesor Néstor Taipe señala que disciplinas como el folklore, la epistemología, la etnolingüística, la filología, etc. se han dedicado a estudiar los mitos, ofreciendo cada una de sus escuelas una definición propia, la cual muchas veces se contrapone con la ofrecida por otra. Sin embargo, en dicho trabajo, después de un riguroso estudio, define al mito


 “en cuanto relato oral, como una práctica discursiva social sobre los acontecimientos sagrados y primordiales ocurridos en el principio de los tiempos, entre seres sobrenaturales, y que dan cuenta de la cosmogonía, de la antropogonía y del origen de algo en el mundo como los elementos naturales y los pertenecientes a los derivados de la naturaleza humana.”[1]

             Según lo anterior,  y aplicando parte de la competencia que tengo en relación al tema, el mito corresponde a una narración situada en un tiempo primordial, anterior al tiempo histórico y como tal, a la presencia del ser humano. Es un relato  colectivo- y por ende,  anónimo debido  a que  su creación no está asociada a un autor individual- en donde se desarrollan  acontecimientos que  se articulan como un sistema de creencias sagradas, de ahí su carácter religioso, los cuales explican, a través de la intervención de personajes de carácter sobrehumano  como dioses, semidioses, titanes, gigantes, etc., algunos hechos importantes: el origen del mundo, del hombre, del bien y el mal, entre muchos otros. De esto se desprende que el mito tiene un carácter universal, ya que trata de dar respuestas a trascendentales preguntas que se ha hecho el ser humano a lo largo de toda su existencia, ¿Quién soy?, ¿De dónde vengo?, ¿Por qué estoy aquí?, ¿Cómo se creó el  mundo?, etc.

Un claro ejemplo  lo encontramos en el Génesis,  en donde un Dios todopoderoso crea el cielo, la tierra y todos los seres que habitan en estos lugares.  Al respecto, siempre se debe tener  presente que el mito trata de los principios y/o causas de la creación, he aquí su carácter cosmogónico, el cual se refiere a la   explicación del origen  del mundo. El Génesis, además, posee un carácter antropogénico, o sea, narra la creación del ser humano a partir del polvo de la tierra[2].  También es importante señalar que este mito tiene características morales, pues  se  explica la existencia del bien y del mal. Recordemos cuando la serpiente (para muchos el diablo)  ofreció el fruto prohibido por Dios a Eva y ésta a Adán. 

                                         Por su parte, las leyendas corresponden a relatos, en un principio orales,  de una historia que trata  el origen de un personaje, una institución o cualquier elemento natural o cultural que forma parte de una tradición. Según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española corresponde a una  “relación de sucesos que tienen más de tradicionales o maravillosos que de históricos o verdaderos”[3]. Se  presentan, al igual que los mitos, como historias verídicas y con una función etiológica, es decir, explican la causa o el principio de algo, por ejemplo el de un volcán, un lago, un río o del poder político de determinado  linaje o raza. Sin embargo, a diferencia de los mitos, muchas poseen elementos históricos y las acciones  narradas son desarrolladas por personajes en lugares que son claramente reconocibles por los receptores, tal como lo afirma García de Diego “una narración tradicional fantástica esencialmente admirativa, generalmente puntualizada en personas, época y lugar determinados"[4]. Otra característica que también comparten con los mitos es la presentación de hechos y personajes sobrenaturales, pero en este caso, encontramos  brujos, diablos, seres alados, etc.

                                        Un claro ejemplo de  lo que hemos expuesto se encuentra en la leyenda El pacto del diablo con don Ramón Subercaseaux[5] en donde se le atribuye al demonio el origen de la riqueza natural del valle de Pirque. Los elementos históricos que  encontramos en ella son principalmente  el canal La Sirena o canal Pirque, cuya construcción comenzó, según diversas fuentes consultadas en 1834[6], y la presencia del personaje llamado Ramón Subercaseaux, quien  nació el  10 enero del año 1790 en la aldea Nancoto y falleció  el 30 octubre de 1859 en la ciudad de Santiago. Este importante señor, primero se destacó como comerciante en La Serena, luego se estableció en Valparaíso, donde tuvo su casa de comercio, después adquirió la hacienda Pirque y posteriormente compró El Llano que lleva su nombre y el Colmo. También fue  uno de los principales accionistas del Ferrocarril de Valparaíso a Santiago. Senador entre los años 1840 y 1849, y  desde el año 1852 hasta el año 1861[7].Un personaje con gran poder económico, político y social como se infiere.
            Como más arriba se indicó, a diferencia del mito, el cual responde a preguntas trascendentales de la humanidad, la leyenda posee lugares que son perfectamente identificables y esto se debe a su temática localista. En este caso,  el espacio  corresponde a  Pirque, una de las comunas de la Provincia Cordillera.

            Si ahora nos concentramos en el origen y el desarrollo del relato en cuestión, puedo afirmar que éstos ocurren por razones que se interrelacionan entre sí.  La primera de ellas es mencionada en forma explícita en el texto y se debe  al “asombro de quienes aún no creen que las aguas del canal La Sirena puedan  ascender por las laderas de los cerros para regar el valle de Pirque”. Efectivamente, Ramón Subercaseaux “(…) no pudo sufrir por largo tiempo esa burla continua que le hacía el Maipo con el ruido de esa turbia i sonante corriente”[8] y decidió   conducir sus aguas  hacia la hacienda pircana por medio de un canal, cuyas obras de construcción se iniciaron bajo sus órdenes a partir del año 1834[9] . Esta tarea fue considerada una locura por la mayoría de la gente, pues se debió cavar el resistente mármol y cortar profundamente las montañas. Además, los obreros se mantuvieron en pie solamente amarrados  para no caer  en los hondos abismos donde aún fluye el río, los cuales tenían 70 metros de profundidad aproximadamente.  Un  trabajo sobrehumano fue el que se llevó a cabo   para desviar las aguas maipinas hasta la hacienda pircana. Nunca resultó una tarea fácil, alguna extraña presencia actuó en la construcción del cauce. Así fue, qué duda cabe, si hasta la misma Asociación de Canalistas del Canal de Pirque habla sobre la participación de fuerzas sobrenaturales:

 “La leyenda cuenta que don Ramón decidió construir un canal para regar la
Hacienda de Pirque (hasta el sector de Santa Rita). La labor era una empresa de
proporciones para la época, por lo que, se dice, don Ramón decidió hacer un pacto con el diablo, quien le ayudaría a terminar el canal, a cambio de su alma. Así, entre los obreros empezó a circular el rumor de que durante las noches el diablo trabajaba en la construcción y terminación del canal sin descanso.”[10]

             La segunda razón, según mi parecer, se encuentra gatillada por la impensada transformación que  sufrió Pirque, cuyas  tierras de secano  se convirtieron en nutritivos campos gracias al canal.

 “(…) obra osada  i perfectamente conducida desde la boca – toma hasta la Puntilla de San Juan que es donde comienza a regar los terrenos de la hacienda. Gracias a él esta posesión se halla al presente completamente transformada, en vez de desiertos e incultos montes i de áridas i pedregosas llanuras se ven ahora vastas y estensas campiñas de verdes pastos o amarillas mieses, orladas de grandes hileras de álamo  que formando interminables i umbrosas alamedas permiten al viajero contemplar libre del calor de un sol de verano, los prodijiosos efectos producidos por las fecundas aguas del Maipo.”[11]

            La leyenda El pacto del diablo con Ramón Subercaseaux señala que “El agua transformó los campos de Pirque y permitió la riqueza de las viñas y el vino de tanta importancia en nuestra historia local y nacional” a la que también debemos sumar su carácter internacional, ya que el año 2012 la más importante de sus viñas, Concha y Toro, fue “reconocida como “La Marca de Vinos Más Admirada del Mundo””[12] y  en la actualidad “es el principal exportador de vinos de Latinoamérica y una de las marcas vitivinícolas más importantes a nivel mundial. Desde  el año 2001, la compañía forma parte del Club des Marques (Club de Marcas), transformándose en la única viña latinoamericana que integra esta asociación, la cual reúne a las marcas más destacadas de la industria vitivinícola mundial.”[13] Motivos, entre  otros varios, por los cuales muchos consideran a  Pirque  “La Capital del vino”[14]. No está de más decir que  muy ansiosos esperamos el mes de abril para celebrar la Fiesta del Vino de esta comuna. ¡Salud! Lo siento, no lo pude evitar.

             La pregunta inevitable que surge en estos momentos es, ¿Por qué, entonces,  no se le atribuyó la obra a Dios, quien por medio de Jesucristo ayudó al señor Subercaseaux Mercado? Creo que por la sencilla razón de que, tal cual lo señala La Sagrada Biblia, no se puede amar a Dios y al dinero:

“Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; /  porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos  dolores. /  Mas tú, oh hombre de Dios, huye de estas cosas, y sigue la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la mansedumbre.”[15]

  “Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas.”[16].

 No tengo la menor duda de que dichos pasajes se les enseñaban a los innumerables peones en las capillas a través de las periódicas misas  costeadas por quien se convirtió en un hombre poderosamente rico, el que incluso en un determinado momento se adueñó de todas estas tierras y de sus aguas “Hubo una época en que Pirque pertenecía  hasta tal punto a los Subercaseaux, que Don Ramón hizo poner una puerta, candado y cadena en el puente que lleva su nombre”[17] con el fin de evitar robos y saqueos. Seguramente, alguna vez algún parroquiano le preguntó por la situación y conducta de su patrón a quien oficiaba  la ceremonia, o por temor a perder su empleo, lo hizo mientras se confesaba, ante lo cual el presbítero respondía que contra los propósitos de la Divina Providencia estaba prohibido  atentar, pues ella sabía por qué hacía las cosas y todos debían aceptarlas, sin excepción alguna. Insistía en que los campesinos debían preocuparse solamente de trabajar la tierra  para el dueño,  que  contribuía con la producción del país, y cuyo aporte  iba para el Estado, quien entregaba puntualmente el diezmo a la Santa Iglesia Católica. El labrador, inquieto y disconforme con la respuesta obtenida, le recordaba lo aprendido en las misas, pero el cura, por su parte, le decía, con el fin de tranquilizarlo, que no se preocupara, ya que Dios se encargaría del Juicio Final e incorporaba a su discurso religioso otros pasajes bíblicos, como los que cito a continuación:

 “No juzguéis, para que no seáis juzgados. /  2 Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido. /  ¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo? /  ¿O cómo dirás a tu hermano: Déjame sacar la paja de tu ojo, y he aquí la viga en el ojo tuyo? /  ¡Hipócrita! saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano.”[18]

Finalmente,  le recordaba que gracias a la labor de Ramón Subercaseaux Mercado, iluminado por Dios, ellos tenían trabajo. Sin embargo, el campesino, que solo pedía lo justo, no quedaba satisfecho con la plática y salía de la capilla a reafirmar el rumor de la estrecha relación entre el diablo y el magnate de Pirque. Rumor que con el paso del tiempo se convirtió en leyenda y cuyos efectos llegaron hasta el día de hoy, y de los cuales, obviamente, también se hicieron parte sus familiares, como su nieto Julio Subercaseaux, quien de esta manera lo recuerda:“(…) una vez un capataz nos mostró un banco de piedra partido por un rayo y nos dijo que ahí el diablo se había sentado con el patrón don Ramón, mi abuelo”[19]

Volvamos al texto en donde aparece la leyenda que nos interesa para  hablar de su desenlace. Ya se dijo que este tipo de relato surge de la oralidad, y como bien sabemos al ir compartiéndose por este medio, de interlocutor en interlocutor a través del tiempo, algunos van “poniéndole de su propia cosecha”. De esta manera, encontramos distintas variantes, o  diferentes versiones y El pacto del diablo con Ramón Subercaseaux, obviamente, no escapa a esta situación. En él aparece que después de salir de su casona[20], y mientras  atravesaba el puente, actualmente conocido como San Ramón, el  carruaje  se detuvo, y el demonio, quien es descrito como “un personaje alto, de bigotes en punta, totalmente vestido de negro”[21]  salió del vehículo para cobrar la palabra y  llevarse su alma. Pero también  existe otro final, en donde aparece que un carruaje negro, guiado por jamelgos con alas, desciende al mismo puente para buscar al Sr. Subercaseaux. Patricia  O’ Shea Lecaros afirma que  a este personaje tan importante para la historia pircana se le atribuye un pacto con el diablo, “Aunque las razones que tuviera  […] varían según  a quienes le pregunte (en general, se dice que fue para que Pirque prosperara), lo que sí se cuenta es que mientras éste cruzaba el río Maipo, un carruaje negro con caballos alados descendió a buscar a don Ramón”[22]. Esta misma situación se reitera en la novela El Chupacabras de Pirque, en donde  la bruja Melisa le dice a Ricki y a su primo Dante lo siguiente:

“- Pues les contaré que hace mucho más de cien años, el Marqués de Concha y Toro le vendió su alma al Diablo por preservar una bodega de vinos. No querrán  saber ustedes  lo que sucedió allí. Pero eso no es todo. Años después, el señor Ramón Subercaseaux también hizo un pacto con Lucifer y dicen que cierto día al cruzar el río Maipo, un carruaje negro con caballos alados  descendió a buscar a don Ramón”[23].

            Permítaseme la libertad de aplicar el concepto de veracidad al fragmento  que acabo de citar para indicar que el ente ficticio y creo que con él, su autores cubanos, Pepe Pelayo y Batán, incurren en un  desacierto, ya que afirma que el señor Ramón Subercaseaux estableció un trato con Lucifer después que lo hiciera con Melchor Concha y Toro, ¡Craso error histórico!, pues, si mal no recuerda, los inicios de la construcción del canal La Sirena datan del año 1834, mientras que la leyenda del Casillero del Diablo, introduce como fecha el año 1883[24]. Comprendo que la bruja no quiera asustar a Ricki y a Dante, por eso decide no contar  la historia de lo que sucedía en la bodega de vinos. Pero a todos nosotros sí nos interesa saber  qué ocurrió en dicho lugar. Sin embargo, esto quedará reservado para otro estudio, en donde se analizará el Casillero del Diablo: La leyenda del vino,  ya que por ahora  mi interés se concentra en la presencia del diablo en el canal Pirque y su relación con Ramón Subercaseaux Mercado con el fin de  profundizar el párrafo de Oresthe Plath que habla sobre las “Leyendas del diablo”:

“El pueblo, a la vez, recuerda en Chile a numerosas personas que han vendido su alma al Diablo y que se han salvado de los pactos  valiéndose de sus respectivas contras.  De aquí, según el pueblo, los terrenos de rulo que de la noche a la mañana se convierten en fértiles  campos de plantío y la prosperidad de la hacienda  o el éxito de los negocios de muchas personas de las cuales se da el nombre”[25]
           
Como se  puede comprobar, resulta imprescindible hablar del Diablo y esto porque a partir de las relaciones que establecen con él, tanto  Ramón Subercaseaux Mercado como La Llorona, podré respaldar la afirmación con la cual se inicia este  ensayo. Sobre la leyenda de este último personaje, Stella  Rodríguez  y Gabriel Verduzco, señalan lo siguiente:

“La leyenda de «La Llorona», en su forma más simple, es la siguiente: «La Llorona» es la historia de una mujer de tiempos de la Nueva España que, al saberse engañada por el hombre al que ama, se venga de él matando a sus hijos. Cuando repara en lo que ha hecho pierde la razón y muere para después aparecer por las noches penando, dando alaridos por las calles de la ciudad lamentándose por sus hijos muertos. El clásico grito lastimero de la Llorona es: «¡ay, mis hijos!».”[26]

Tal como se indicó más arriba, cuando analizábamos la leyenda El pacto del diablo con Ramón Subercaseaux, este tipo de  relatos sufre  alteraciones a través del tiempo y el espacio, conformando distintas versiones. De esta manera, nos encontramos con que  la leyenda de La Llorona[27] del Cajón del Maipo corresponde a un relato único, del cual no tengo registros de su existencia en otro lugar hasta el momento. En  La Llorona: análisis simbólico- literario se da cuenta de las  distintas variantes de esta leyenda, según cada narrador:

“En primer lugar la mujer a veces es criolla, mestiza o indígena; en segundo lugar, la forma de cómo la Llorona mata a sus hijos: en algunas es ahogándoles en la laguna y en otras les mata con un cuchillo; en tercer lugar está el efecto de «La Llorona» como alma en pena: para unos ella viene a llevarse a los niños —a cualquier niño— ya que la Llorona tiene nostalgia por sus hijos; en otra variante las personas que llegan a ver a la Llorona pierden la razón. La última variante dice que la Llorona se deja ver en las noches de luna por aquellas personas, varones principalmente, que andan en malos pasos, pretendiendo engañar a su [sic.] esposas o prometidas, ya que aparentemente es una mujer muy atractiva pero cuando es abordada por el galán, ella tiene rostro de calavera o de caballo.”[28]

            Apliquemos cada una de ellas en el relato que nos interesa:

En primer lugar, al no señalarse si la protagonista es criolla, mestiza o indígena, claramente  no podemos precisar qué origen posee. Pero de lo que sí  podemos estar  seguros es que el personaje no asesina a sus hijos, por lo tanto se descarta la segunda variante. Con respecto a la tercera, muchos afirmarán que no se trata de un alma en pena, ya que en ningún momento se habla del fallecimiento de Norma. Se sabe que este tipo de alma corresponde a aquella que no logra el descanso después la muerte, ya que  está condenada a vagar por la tierra sin descanso alguno durante largo tiempo o por toda la eternidad sin tener consciencia de su estado. Las causas son innumerables, puede ser una defunción inesperada,  por ejemplo una muerte súbita,  puede ser que esta alma pena debido a que dejó asuntos irresueltos que tratará de solucionar, o debido al vehemente  deseo de proteger  un  objeto material o a un sujeto muy querido, como puede ser un automóvil o un hijo, respectivamente. También puede tratarse  de una persona que fue asesinada y su alma está buscando justicia, etc. En muchas versiones que he oído se habla del suicidio del personaje, luego de matar a sus hijos, pero  en La Llorona del Cajón del Maipo no se hace una mención explícita de la muerte del personaje. Eso sí, se puede inferir, basándonos en las descripciones físicas  y en la conducta adquirida por Norma, que luego de perder la razón y  producto de la pena, la rabia y el dolor, sufre la muerte corporal para que después su atormentada alma se dedique a vagar por la zona “enloqueció de pena, gritando de rabia y dolor […] Y sucedió que después de los lamentos, la piel de Norma se secó y su cuerpo se marchitó, y comenzó a llorar de una forma horrenda y escalofriante por siempre jamás.”, y algunos “habían visto un cadáver caminar flotando por el aire”. Siguiendo con esta misma variante, de lo que sí no cabe duda alguna, es que nuestro personaje se lleva a los niños “También se dice que la Llorona  busca raptar niños  para absorberles el alma y dejar sus cuerpos tirados cerca del río o en los cerros”, por nostalgia señalan Rodríguez y Verduzco. Pero también, ¿Por qué no? Puede ser movida por la venganza.  La siguiente variante también está presente, pues existe  la pérdida de la razón  en las personas que llegan a verla “Unas pocas  personas  que en aquellos tiempos la pudieron ver, luego enloquecieron”. El hecho de que se deja ver por varones que quieren serles infieles a sus esposas no aparece porque recordemos que la protagonista, a diferencia de otras  versiones más difundidas, no es engañada por el marido, por lo tanto, en este sentido, no tiene por qué castigar a otros hombres para vengarse, y en cuanto a su apariencia física, en La Llorona del Cajón del Maipo no se nos dice que sea atractiva ni que cuando se le acerca un galán tiene el rostro de un caballo, pero sí podemos estar de acuerdo en que tiene rostro de calavera, pues, como recordará, quienes la han visto hablan de un cadáver. Lo cual, según mi modo de ver,  refuerza la idea de que se trata de un alma en pena.

Ahora conviene hablar  de la presencia del Diablo en la leyenda que nos interesa debido a que Norma se relaciona directamente con él para ofrecerle sacrificios. El Diablo está presente en la mayoría de las leyendas que se difunden en todo Chile y  especialmente en el Cajón del Maipo. En este territorio tenemos los relatos de La Pata del Diablo, La Carreta del Diablo, La Muchacha de La Primavera, El Puente del Diablo, entre muchos otros. En el presente ensayo, el sentido que se le dará al personaje está directamente relacionado con el que aparece en una de las versiones de La Pata del Diablo:

“[…] dicen que el Maligno siempre reaparece. Aquel ángel caído nos atrae de alguna u otra forma, con su aire perverso, quizás como reflejo inconsciente de nuestros retenidos e inconfesables deseos. Por eso aparece y vuelve a aparecer, porque está oculto, soterrado en lo más profundo de la psique humana.”[29]

 En Religiosidad y demonios en la cordillera[30], Nicolás Junqueras, luego de realizar un breve resumen de la leyenda de La Pata del Diablo, señala  que el relato relaciona la figura del apuesto personaje con el pecado, debido a que su incontrolable deseo lo lleva a perseguir a la hija del alcalde a cualquier lugar[31].  Después de esto, menciona la leyenda de El Puente Colgante, la cual corresponde a otra versión de La pata del Diablo, aquí, también después de hacer un breve resumen del relato, señala que “La creación de la figura maligna del Diablo es construida por los propios hombres para justificar sus deseos pulsionales”[32] cuando, tal como lo afirma el maligno personaje  “ustedes mismos son responsables de todo el infierno que llevan.” O sea, la imagen del Diablo es creada por los propios seres humanos, quienes la relacionan con las pulsiones, es decir con aquellos impulsos psíquicos que buscan ser suprimidos y que en el caso de la protagonista de la leyenda La Llorona    son de carácter sexual. Basta recordar   que Norma, al no soportar la soledad, decide dar rienda suelta a sus pulsiones. “Se sabe, sin embargo, que la soledad, la paz, suele hacer surgir desde lo más hondo de la psique humana aspectos desconocidos y a veces siniestros de la personalidad. Eso fue lo que aconteció con Norma.”. Su  deseo carnal desenfrenado debido a la prolongada ausencia del marido, quien trabajaba en la mina de plata San Pedro Nolasco, trataba de ser apaciguado con Satanás, y es así como “se entregaba a juegos prohibidos con un macho cabrío negro de ojos rojos mientras invocaba al Señor de la Oscuridad.” porque  “ella lo prefirió ante la ausencia del esposo”.

Aquí debemos detenernos un momento para dedicar algunas palabras al macho cabrío. Esta figura, de tronco humano con patas, cola y cuernos  de carnero, proviene de la mitología griega. Dicha imagen zoomorfa, tradicionalmente, se asocia a Pan, dios  violento y lujurioso, quien  a raíz de un proceso histórico que no explicaremos acá debido a la digresión que generaría, se relaciona con el apetito sexual, al igual que los sátiros “Todos ellos son esclavos de sus instintos y todos ellos comparten el gusto por la música, el vino, el sexo y los animales que formaban parte del cortejo dionisíaco, seres que también se relacionan con las conductas sexuales.”[33] Tengo entendido que fue en la Edad Media, cuando  la Iglesia Católica debido a los cultos paganos que se rendían en honor a esta deidad le otorgó dichas características al diablo. Como puede apreciar no es producto del azar ni de capricho alguno que aparezca Norma teniendo sexo con un macho cabrío, pues él simboliza la lujuria. Este aberrante acto es observado por su marido, quien la siguió, impulsado por los comentarios que había escuchado sobre su esposa. El minero, presa del terror y el pánico decidió escapar con sus hijos para nunca más volver. Cuando Norma se percató de este hecho se originó su eterna congoja, la que está directamente relacionada con el Diablo, pues con él se iniciaron todos sus males. Por eso, es que escapa de todos aquellos quienes tienen un trato con el maligno “se dice que si alguien tiene pacto con el diablo no puede sufrir daño por ella, porque huye, sin querer mezclarse con Satanás, ya que de él vendría toda su desgracia, que se inició el día en que ella lo prefirió ante la ausencia de su esposo.” Es por esto y por todo lo anterior que afirmo categóricamente que cuando Ramón Subercaseaux Mercado se dirigía al Cajón del Maipo, imposible resistirse a los encantos de esta zona, La Llorona huía espantada.

Como puede percatarse, queridísmo lector, este trabajo se concentra en dos relatos de nuestra Provincia Cordillera, las leyendas El pacto del diablo con Ramón Subercaseaux y La Llorona, e incorpora para sus análisis, estudios referentes a las leyendas de La Pata del Diablo y de El Puente Colgante. Por lo tanto, considero que con este trabajo se ha dado un paso adelante, en donde los primeros fueron la transcripción y la recopilación.

Ahora bien,  si no nos basta con relacionar a estos personajes y cuatro leyendas de nuestra zona, podemos afirmar que la Llorona también escapa del protagonista de otra de las cuatro versiones que conozco de La Pata del Diablo[34], en donde aparece  como protagonista   un personaje que ha hecho un pacto con el Diablo. Una mina de oro y una vasija con un vino interminable son las dos primeras peticiones. La última, antes de entregar su alma al diablo en forma definitiva es  la construcción de un puente en la Noche de San Juan que le sirva como vía para dejar  todas las pertenencias  correspondientes  a la época de su pobreza en el otro lado del río. El Diablo accede al último de sus deseos, pero le resulta difícil cumplir el objetivo porque  al comenzar a trabajar se va encontrando con cruces de madera  enterradas en cada lugar que va siendo escavado, las cuales no cumplen otra función que  retrasar la demoniaca tarea para que el maléfico ser sea sorprendido por la madrugada y no le quede otra opción que salir arrancando  con un impulso que deja la marca de un pie, una huella.

Y si queremos seguir relacionando más leyendas, tenemos  La Carreta del Diablo[35], en donde Pedro, quien era dueño de una parcelita en El Melocotón se convirtió en Don Pedro  al hacer un pacto con el diablo. Aquel pidió ser multimillonario y buena salud, así que una oscura noche esperó a que el maligno personaje pasara con su carreta  por la vía que actualmente se conoce con el nombre de Camino al Volcán para hacerle tales peticiones  a cambio del sometimiento de su alma. Don Pedro nunca contó el origen de su repentina fortuna  y de tanto callar, olvidó el trato, pero treinta años después la  frialdad, la calma y  la oscuridad de la noche atrajeron a Don Pedro para que saliera  a dar un paseo en su ostentoso carruaje arrastrado por caballos de fina sangre. Nunca más regresó y desde aquella vez no se supo más de él. Solo apareció su chupalla en el carruaje mucho tiempo después en el sector de El Toyo. (Aprovecho para contar que de este último relato llama mucho  la atención la variedad de nombres que aparecen para referirse al Diablo: “Príncipe de las Tinieblas”, “Luzbel”, “Maligno”, “Señor Oscuro”, “Satanás”, “Satán” y  “Espíritu del Mal”. De las cuales, cuatro denominaciones  se suman a la larga enumeración que ofrece Oreste Plath[36]).

Paciente lector, se nos acaba el espacio. Por lo tanto, me veo en la necesidad de manifestar a usted el objetivo de este trabajo, el cual no es otro que  transformarse en un aporte para la enseñanza escolar de la Provincia Cordillera, pues entrega análisis e interpretaciones de leyendas locales que sin el menor inconveniente pueden ser utilizadas en los colegios de nuestra zona, tanto por docentes como por estudiantes, debido al lenguaje sencillo que se emplea. De esta manera, no quepa la menor duda,  nos acercaremos  a nuestros innumerables personajes y  lugares  con la penetración adecuada para conocerlos y reconocernos en ellos, ¿Se imaginan cómo se complementaría esta información   con una salida pedagógica?

Estoy consciente de que un ensayo no necesariamente exige un aparato erudito con citas y notas a pie de página como el que he expuesto. Pero esto obedece al  hecho de querer entregar las herramientas necesarias para facilitar la difícil labor del docente.  Para finalizar, solo me queda recordar que el título de este ensayo contiene un gerundio. Esta forma invariable no personal del verbo sirve para nombrar lo que se mantiene en el tiempo, y esto se debe a que este trabajo está muy lejos de finalizar. Todo lo contrario. Esto recién comienza. Por tal motivo,  no me queda  más que invitarlo  a que continúe ensamblando las innumerables leyendas de nuestra querida Provincia Cordillera y a que visite  www.identidadesdelmaipo.cl, página que con mucho cariño estamos construyendo para usted.










[1]  www.ugr.es/~pwlac/G20_16NestorGodofredo_Taipe_Campos.html
[2] Génesis 2: 7-8 En www.bibliaonline.net/biblia/?livro=1&versao=54&capitulo=&leituraBiblica=&tipo=&ultimaLeitura=&lang=es-AR&pag_ini=30&cab =
[3] lema.rae.es/drae/?val=leyenda
[4] García de Diego, Vicente. Antología de leyendas. Barcelona, Labor, 1953.
[5] www.identidadesdelmaipo.cl/njunqueras/literatura
[6] www.pirque.com/historia_de_pirque.php
es.wikipedia.org/wiki/Pirque
www.tesorosdechile.cl/casona-y-pirque
www.pirque.cl/turismo/contenido.php?id=4&idioma=0
www.biblioredes.cl/bibliotecas/4150/noticias/7122
[7] www.genealog.cl/Chile/S/Subercaseaux/ Sabemos que Ramón Subercaseaux Mercado falleció en 1859, por lo tanto, se deduce que fue senador hasta su muerte.
[8] Miquel, Manuel [8]. “El Canal de Pirque”. En Antología de Pirque. Ilustre Municipalidad de Pirque. Santiago – Chile. 1982.  p. 57- 58.
[9] Véase www.tesorosdechile.cl/casona-y-pirque
[10] http://www.canaldepirque.cl/index.php?option=com_content&task=view&id=12&Itemid=27
[11] Miquel, Manuel. Op. Cit. p. 57.
[12]  www.conchaytoro.com/web/la-compania/historia/?lang=es
[13] Cita extraída de los folletos que entrega la viña.
[14] www.pirque.com/fiesta_del_vino.php
[15] 1ª Timoteo 6: 9 -11 en www.bibliaonline.net/biblia/?livro=54&versao=54&capitulo=&leituraBiblica=&tipo=&ultimaLeitura=&lang=es-AR&pag_ini=90&cab=
[16] Op. Cit. Mateo 6:24
[17] Ruiz – Tagle, Carlos. “Prólogo de Antología de Pirque”. En  Antología de Pirque. p. 10.
[18]Op. Cit.  Mt 7, 1-5
[19] Subercaseaux, Julio Reminiscencias. Antología de Pirque. p. 73.
[20] www.tesorosdechile.cl/nosotros  En la casona que Ramón Subercaseaux mandó a construir en 1830, hoy se encuentra el restaurant Tesoros de Chile.
[21] Características que se repiten en otras leyendas sobre el Diablo.
[22] O’ Shea Lecaros, Patricia. “Aspectos de Pirque”. En Antología de Pirque. p. 171.
[23] Pelayo, Pepe y Betán. El Chupacabras de Pirque. Alfaguara. Cuarta edición. 2005. p. 46.
[24] Existe un blog en Internet, blog.uvinum.es/leyenda-casillero-diablo-852566, el cual sorprendentemente, después de ofrecer el comercial afirma en forma errónea que  La leyenda empieza a mediados del siglo XIX (1871), cuando Don Melchor de Concha y Toro, dueño y fundador de la Viña Concha y Toro (Chile), reservaba sus mejores botellas de vino para él y sus allegados, pero estas joyas embotelladas desaparecían extrañamente, a pesar que eran guardadas bajo llave.”
[25] Plath, Oreste. Geografía del mito y las leyenda chilenos. Santiago de Chile. Grijalbo, 2000. p.79.

[26] e-archivo.uc3m.es/bitstream/handle/10016/8675/llorona_LITERATURA_2008.pdf?sequence=1 p. 311.
[27] www.identidadesdelmaipo.cl/literatura
[28] Rodríguez  Tapia, Stella Maris y  Verduzco Argüelles, Gabriel Ignacio Op. Cit. p. 313.
[29] www.identidadesdelmaipo.cl/njunqueras/literatura. Texto recopilado por Julio Arancibia O.
[30] www.identidadesdelmaipo.cl/njunqueras/ensayos
[31] Considero que en esta interpretación no solo se debe mencionar a la hija, sino a la mujer cajonina en general “cualquiera hubiera dicho que vino a esta región solo atraído por la belleza femenina”
[32] Junqueras, Nicolás. Op. Cit.
[33] www.scielo.org.ar/pdf/synth/v19/v19a05.pdf p. 68.
[34] www.identidadesdelmaipo.c/njunqueras/literatura. Texto recopilado por Ernesto Mosqueira
[35] www.identidadesdelmaipo.cl/literatura Texto recopilado  por Julio Arancibia O.
[36] Plath, Oreste. Op. Cit. p.80.

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